
Lo habitual es dejar entre el 8 y el 10%. Yo opto por la segunda opción, ya que los decimales nunca se me dieron bien y es más fácil quitarle un cero que dividir. La situación se complica cuando no te tratan especialmente bien y con mi mentalidad de "propina=premio" no apetece. Entonces empieza el dilema interno: "le doy? sí, estoy obligada, pero... y si dejo un poco menos? oh, y su sueldo? su familia?". Este problema no solo le ocurre a los extranjeros, la otra noche Ale nos leyó un artículo de Darwin Desbocatti (el humorista Carlos Tranco) que hablaba justo de lo mismo, las propinas al delivery.
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